Volcana el Popo al amanecer, desde la casa de mi compadre...recién llegamos del Norte, rentando casa en Santiago Tepetlapa de Tepoztlán. Vicky, con seis meses de pregnancia arreglaba nuestra estancia; pa no estorbarla, decidí visitar mi compadre Lucio y escuchar nuevamente sus burlonas carcajadas, tan llenas de Vida...
-"¡Que gusto, compadre! Casi me hizo pensar, ¿a poco no viene? si lo llamé con el Tiempo...vamos a con mi hermano. Recién enterramos nuestro Ombligo (la Madre), estamos por despedir su Espíritu de la Difunta."
En mi mente la imágen de una señora india, llena de bellos surcos su cara tan expresiva, enmarcada por grandes orejas. Su sonrisa expresaba la creatividad de ésta Naturaleza, su hermosura acrecentada gracias al siglo en Vida. Se expresaba mayormente en Náhuatl aunque dominaba el Castilla.
Abracé a mi amigo Ernestino, hermano de mi compadre y hoy anfitrión en pleno duelo. Todos, pertenecientes o no a la ranchería éramos bienvenidos; traíamos nuestra presencia para despedir con gran fiesta a la TataMama, llevada más Allá con los Señores de los Aires...con aquellos nuestros Protectores, con los Mensajeros de la Volcana.
Entre los comensales se hallaba el no tan favorito yerno de mi compadre, aquél Panadero esposado con su hija la más favorita, aquella la más trabajadora. En nuestra mesa Ernestino platicaba su época revolucionaria, de cuando era el jóven secretario de Rubén Jaramillo:
-"Organizó nuestra Campesinada para defendiéramos las tierras con balas, papel y tinta, aquellas sus armas de ley. Abogado, se sabía todas la mañas leguleyas, nos enseñó a no caer en engaños de los estudiados. Si subían los Federales a buscarlo, ya no bajaban con vida. Todos regresaban de patas pá delante con las apestosas botas puestas. Los descalzos tenemos zapatas duras pá bajo, zapatas con tierra de hombre."
-"Empezamos las primeras cooperativas campesinas. Teníamos fuerza representativa, fuerza económica, fuerza con nuestra gente. Por éso dió el su perdón aquél licenciadillo López Mateos, sellando con puñal en una mano el su abrazo; ná más pá que se confiara don Rubén...con la otra mano ofrendando treinta monedas al Judas."
Otros comensales llegaban a ésta su mesa. Los de panza llena dejando lugar para los hambrientos, me pasé a sentar junto mi compadre. Frente a nosotros su hija con aquél Panadero, tras enormes botellas abiertas de CocaCola alternando sendas ollas con hielo.
Recordamos aquella señora que mi compadre curó allá por Ozumba, aquél jóven que él sanó en Tlane, a nuestra Coronación bajo su Cruz, a recuerdos de todo y nada, a recuerdos del Tiempo...brindando cada recuerdo con cubas de aguardiernte cañero, de ésa caña regada con la sangre de Zapata, de Jaramillo y de tantos más...
Ya entrado en copas Ernestino se paró vacilante, desafinando desgarradoramente las Golondrinas para despedir a la Difunta. Manos amigas trataban de estabilizarlo, mientras se inclinó hacia nosotros aquél Panadero, susurrando con falso gesto escandalizado: -"Qué falta de respeto ¡y en casa de la Muerta!"
Nada más ví la enorme botella de CocaCola bruscamente acostada hacia aquél Panadero, gorgoreándole cascadas de líquido a presión sobre los huevos, mientras ora sí escandalizado reclamaba:
-"¿Que pasó, don Lucio?"- de quien nunca ví la tan veloz mano traviesa.
-"Es más fácil atajar el líquido con la mano, que atajar la pena de Ernestino"- respondió sonriente mi compadre al aquél irrespetuoso Panadero sin panadería, con una esposa tan bien trabajadora que lo mantenía ...
Nunca falta "la buena conciencia" que transforma el agua en lodo.
ResponderBorrarUn velatorio, da mucho juego. ..y dos copas de más todavía más...
ResponderBorrarInteresantes siempre tus descripciones.
Un beso
Lo dicho, a tu compadre hay que presentarle a Juana, haría buenas migas, y si hay ron por medio mucho más.
ResponderBorrarMuy bueno grumete.
Ni la menor duda cabe, Capitana.
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